Hombre pájaro (2014)
Cuando tuviéramos el tiempo suficiente para conmovernos, las aristas de los flancos resquebrajados lastimarían nuestra piel hasta dejar al descubierto heridas malformadas, de antiguos combates.
Todo el mundo vería nuestra fiesta abrirse al corazón de la sangre.
La pirueta que escamoteamos a la cuerda sería nuestro modo de movernos, haciéndola vibrar mientras el público sofoca el susto con una mueca de excitado asombro.
Sobrios hasta el fin, desilusionados pero enteros, optimistas en la acción. Equilibristas. Cada vez, esos cuerpos estarían disponibles para lo que hubiera que hacer o decir. Cada paso sería el primero y el último de una serie posible.
Y la noche por algún lado, el brillo de unos ojos del otro lado de las celosías, el fuego ardiendo en alguna habitación remota. Un territorio gótico para construir la novela que nunca leerías. O sí.
No nos prometeríamos nada, salvo el aura de sentidos que pudiéramos hacer constelar con lo vivido. Darle vuelo al instinto armando climas, momentos de introspección… y bienvenidos quienes estuvieran por ahí, dando vueltas, buscando su rumbo por territorios desconocidos, a recalar en nuestros puertos desvelados. Adonde iríamos cuando tuviéramos el tiempo suficiente para conmovernos.
a.g.
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